Existe una larga lista de dolencias y enfermedades, que quienes las padecen se benefician ostensiblemente con el ejercicio. Entre ellas podemos mencionar: la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, la osteoporosis, la depresión, la ansiedad y muchas más. Ahora se agrega la enfermedad de Parkinson. Trastorno degenerativo, idiopático, crónico y lentamente progresivo del sistema nervioso central. Se caracteriza por una marcada disminución de la producción de Dopamina, un neurotransmisor que tiene relación con varias funciones importantes, como son el movimiento, el aprendizaje, la memoria, la atención, el sueño, el humor y otras más. Por esta razón, la enfermedad tendrá manifestaciones como: lentitud y limitación de movimientos, rigidez muscular, temblor involuntario, inestabilidad postural, insomnio, problemas con la atención, la memoria, ansiedad, depresión y otros síntomas.
Al analizar las manifestaciones de esta enfermedad, es fácil explicarse, porque estudios recientes informan de los beneficios que un programa de ejercitación razonable y regular, le proporcionan a las personas que padecen de esta dolencia, puesto que precisamente entre los múltiples beneficios que el ejercicio proporciona, están los que pueden influir de manera positiva en los síntomas de esta enfermedad.
Aunque cada día aumentan las esperanzas de tener disponibles mejores tratamientos para tratarla; un programa de ejercicio siempre debería ser parte del manejo de esta enfermedad. El ejercicio no es una cura para el Parkinson, pero puede ayudar en hacer más lenta la progresión de los síntomas.
El ejercicio ha demostrado resultados alentadores, para mejorar la memoria, reducir la inflamación cerebral, aumentar la capacidad de producir ciertas proteínas que ayuda a promover el crecimiento y la longevidad de las neuronas, formar nuevas conecciones y restaurar las lastimadas. Esto se traduciría en hacer más lenta la progresión de la enfermedad. Además el ejercicio proporciona muchos beneficios más, entre ellos podemos mencionar: mejorar la postura, la fuerza, la resistencia, el balance y la coordinación, la habilidad para caminar, previene las caídas, mejora el estado de ánimo, la sensación de bienestar y la interacción social de los pacientes.
Antes de iniciar un programa de ejercicio, es conveniente discutirlo con el médico tratante y ser evaluado por un médico conocedor de las ciencias del ejercicio. Este diseñará un programa, con el tipo de ejercicio, intensidad, duración y frecuencia, adecuados a cada persona a ejercitarse.Los programas de ejercicio deberán incluir ejercicios cardiovasculorespiratorios, ejercicios de flexibilidad y de fortalecimiento muscular.