Es un hecho que el cuerpo humano fue diseñado para el movimiento y es evidente que el corazón, los vasos sanguíneos y los pulmones fueron puestos al servicio de esta maravillosa máquina de trabajo. Es a través de las contracciones rítmicas y potentes de los grupos musculares que los mismos se estimulan. Nuestro cuerpo gana en eficiencia física y mental a medida que estos sistemas se utilizan, pero el desuso hace que se conviertan con relativa facilidad en sistemas incapacitados.
Para que el sistema cardiovascular y el pulmonar se mantengan y mejoren en el transcurso de la vida, necesitamos efectuar la actividad física de ejercitación que conlleven movimientos por periodos de tiempo un tanto prolongados, pues ello significará que se están utilizando las células musculares (fibras musculares) tipo I, que producen energía exclusivamente en presencia de oxígeno, de donde se deriva el nombre de ejercicio aérobico.
Entre los tipos de ejercicio CardioVasculoRespiratorio (CVR) más utilizados podemos mencionar: caminar, trotar, nadar, remar, el uso de máquinas estacionarias de movimiento elíptico, bicicletas tipo recostadas (Recumbent), bandas sin fin (Treadmill) etc.
Los beneficios que este tipo de actividad física de ejercitación nos proporciona son múltiples y plenamente comprobados, entre los que podemos mencionar:
- Mejora la fuerza y el tamaño del músculo cardiaco (Miocardio), que a la vez mejora la capacidad de bombeo del corazón.
- Aumenta el tamaño de la cavidad ventricular, principalmente la izquierda, lo que incrementa la cantidad de sangre expulsada.
- Mejora la elasticidad de las arterias, debido al incremento en la producción de una sustancia denominada Óxido Nítrico, que resulta fundamental en la prevención y el tratamiento de la hipertensión arterial.
- Se obtienen mejoras notables en el intercambio de gases en los alveolos pulmonares, con lo cual se aumenta el aporte de oxígeno a las células.
- Aumenta la extracción de oxigeno por las células musculares, lo que incrementa la producción de energía (ATP).
- Acelera el metabolismo de varias maneras, principalmente porque incrementa el catabolismo (degradación) de las grasas, que es esencial para disminuir el porcentaje de grasa corporal.
- Es de gran ayuda para disminuir los niveles de lípidos en la sangre (Colesterol, triglicéridos, ácido úrico etc.)
- Aumenta la sensibilidad de las células a la insulina, razón por la que es importante en la prevención y tratamiento de la Diabetes Mellitus
- Disminuye los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares, inclusive enfermedad coronaria.
- Ayuda a la liberación de neurotransmisores como las Beta-Endorfinas y las encefalinas, que mejoran el estado de ánimo, la autoestima, la interacción social y el umbral contra el estrés; observándose además mejorías notables en la depresión, la ansiedad y el insomnio.
Para obtener estos beneficios y otros más, resulta vital escoger el tipo de ejercicio adecuado, prescrito a la intensidad que corresponda, así como la duración y la frecuencia a la que deberá realizarse, tomando en consideración la edad, el sexo, los antecedentes médicos, quirúrgicos, estado de condición física y hallazgos descubiertos en el momento de realizar la evaluación médica, previo a diseñar un programa de acondicionamiento físico.